domingo, 25 de julio de 2010

LA KANCILLERÍA

Ahora se pueden seguir este blog desde el siguiente enlace:





La mudanza

Querido lector de “La Kancillería”:

He estado casi tres años con el mismo blog, entre las mismas paredes. Recuerdo perfectamente cuando arranqué con el blog, en el primer trimestre del máster. El tiempo no perdona. Recuerdo como si fuera ayer que me decidí a hacerlo por imitación, jaleado en parte por mi amigo Carlos (qué siempre ha estado y sabe estar a la última en temas internáuticos) y con algo de ayuda anónima para hacer la edición de la cabecera. A ambos jamás podré agradecerles lo suficiente que me incitaran a empezar. Con las primeras entradas llegaron mis llamadas casi a cada puerta de la RESA para intentar inflar el contador de visitas. Eran los tiempos del despegue.

El peligro siempre fue la inconstancia, la posibilidad de que se acabara convirtiendo en uno de estos blogs fantasmas en los que la gente escribe de ciento a viento. Podría haber ocurrido perfectamente, pero no fue el caso. Por primera vez, empecé a escribir para alguien que no fuera yo mismo. Y me encantó. Al principio hablaba de política, pero poco a poco los temas se fueron diversificando. Empecé a meter reflexiones más íntimas, en especial en aquel tiempo de gran inflexión en mi vida. Se colaron relatos de aventuras vividas con amigos, narrados algunos de manera fantástica, otros de pormenorizada crónica. Narré (y en ello sigo) mis viajes a otros lugares y hablé de la vida académica en la universidad. Mejoré su presentación (gracias a López y de nuevo, a Carlos) acortando su extensión y destacando las ideas importantes en negrita. En fin, poco a poco fue creciendo este pequeño rincón que es mucho para mí y, quizá, un poco para alguien. Pero ha llegado el tiempo del cambio. Cierro esta persiana y me voy a otra parte…

Siempre da pereza después de tanto tiempo, pero era algo que tenía que acabar ocurriendo. Hay varias y buenas razones para que así sea. Durante los últimos años han ido surgiendo nuevas plataformas para blogs cada vez más potentes. El propio blogspot había renovado su formato, pero yo seguía operando con uno bastante viejo. Por otro lado, me estaba dando problemas últimamente. El ajuste de los textos y las imágenes se estaba volviendo algo muy farragoso (en especial con imágenes de cámara propia) y los textos no quedaban demasiado bien. Además, el aspecto estético había quedado bastante desfasado y más bien feote. Para hacer entradas a razón de unas 7 al mes merecía la pena el que estuvieran en un entorno más apropiado. Un sitio donde el formato (muy deficiente) acompañe un poco más al texto (algo mejor).

Así que, no ligero de equipaje, me marcho a una nueva “Kancillería”, ahora en wordpress. He importado todas las entradas al nuevo blog, así que nada se pierde. Sigue la acumulación aunque los formatos tendré que subsanarlos poco a poco. Ahora habrá un entorno más presentable, con diferentes hojas web, con más información y documentos. Es posible que haya modificaciones, pero serán puntuales, porque lo esencial ya está en pie.

Ha llegado la hora de partir. Dejo esta casa en pie, pero ya no estará habitada. Es tiempo de cambiar. Mis queridos lectores, os propongo que nos mudemos juntos al nuevo blog. Allí seguiré dando mis opiniones de política, contando mis aventuras en sabe quién donde, compartiendo reflexiones sobre todo y sobre nada, hablando de las pequeñas y grandes cosas que nos hacen felices. Cambiemos juntos. ¡La Kancillería ha muerto, larga vida a La Kancillería!

miércoles, 21 de julio de 2010

La sequía del pactismo en España

(Artículo publicado en el diario de "La Rioja" el 21-07-2010)

En la vida política española es muy recurrente ensalzar las virtudes del pacto, pese a lo excepcional que ha sido en nuestra historia reciente. La ciudadanía se refiere con frecuencia a lo deseable que sería un acuerdo en aquellas políticas 'de país' que requieren un mínimo de estabilidad y consenso, como es la política educativa o la exterior, por ejemplo. Por otra parte, hay otras muchas reformas pendientes cómo es la del Senado, la Constitución o la financiación de los partidos que igualmente duermen el sueño de los justos. Sin entrar a discutir qué reformas o políticas deberían pactarse: ¿Por qué en España existen tan pocos acuerdos de hondo calado entre los dos principales partidos? Esta situación es anómala respecto a lo que ocurre en la mayoría de países. Por ejemplo, en Portugal, el principal partido de la derecha ha apoyado el paquete económico del gobierno socialista o en Alemania ha habido diversos ejemplos de coaliciones entre la CDU y el SPD. De hecho, España es el único país parlamentario de toda Europa en que jamás ha habido una coalición a nivel nacional, máxima expresión del pacto entre partidos. ¿Es que los partidos a nivel estatal están incapacitados para llegar a acuerdos? No lo creo. Lo que ocurre es que existe una incongruencia entre las reglas institucionales de nuestra democracia y el sistema de partidos actual que los hace muy difíciles de alcanzar de manera estable.

Cuando se hizo la Constitución de 1978, se concibió que las reformas necesitaran de amplios consensos, generalmente de mayorías cualificadas o de dos tercios para salir adelante. Con mucha rigidez, se buscaba evitar las tentaciones por parte de un actor de cambiar las reglas de juego a su conveniencia y se hizo necesario el acuerdo entre múltiples partidos. Esta decisión tuvo su sentido en un sistema de cuatro partidos surgido de la Transición y ayudado por la Ley Electoral, con dos partidos moderados a izquierda y derecha (UCD y PSOE) y dos partidos más extremos a ambos lados del arco parlamentario (PCE y AP). Esta configuración permitió el llegar a pactos entre los dos partidos centrales, que tienen menor distancia ideológica entre ellos, sumando si caso a uno de los pequeños (con la unión ocasional de los moderados catalanes o vascos). Así fue durante casi todo el periodo entre 1977 y 1982, excluyendo generalmente al partido post-franquista de Manuel Fraga a favor del pragmatismo del PCE. Sin embargo, el colapso de la UCD en 1982 llevó a que este diseño facilitara una situación de bloqueo al convertirse Alianza Popular en el partido hegemónico de la derecha. Un partido que, por otra parte, inició un arduo peregrinaje hacia el mítico 'centro', se supone que culminado por Aznar tras la refundación de la organización como Partido Popular. ¿Y por qué esta situación dificulta llegar a acuerdos de Estado? ¿No se podría pensar que es más fácil ponerse de acuerdo entre los dos partidos qué entre más? ¿No sería más fácil si hay un solo portavoz de todo el espectro conservador? Paradójicamente, ocurre justo lo contrario por al menos dos razones.

Por una parte, el Partido Popular es una amalgama ideológica muy diversa, y engloba a desde ultra-conservadores recalcitrantes hasta liberales de perfil posibilista. Esto genera que haya potencialmente más puntos de desacuerdo en un posible pacto con el PSOE sobre cualquier materia, porque la distancia ideológica es superior a si se pudiera excluir a los más «extremistas» del acuerdo. Estos sectores están ahora dentro del propio partido, pudiendo dinamitar o presionar contra el pacto, lo que también hace que para sus líderes sea muy difícil mantener a todos los sectores satisfechos. El actual líder sabe muy bien lo duros que son los ataques desde tus propias filas y lo delicado de los equilibrios internos. La segunda razón es que el PP se encuentra en un potencial dilema del prisionero. Puesto que no tiene que competir por la extrema derecha sino por el centro con el PSOE, la lucha partidista se convierte en un juego donde sólo puede haber un ganador; el que consiga el apoyo de los centristas. Por ello tiene miedo de que la imagen de moderación, atractiva para estos votantes, se la lleven los socialistas si se llega a acuerdos estando el PP en la oposición. Por lo tanto el Partido Popular no tiene incentivos para que se llegue a acuerdos, aunque los resultados globales sean positivos, porque los potenciales perjuicios electorales a corto plazo parecen superiores a esperar que el adversario cometa equivocaciones y, así, llegar a La Moncloa. Una táctica propia del bipartidismo «imperfecto» existente en España.
En suma, estructurada así la dinámica de competición electoral todo parece indicar que el pactismo, aun siendo la opción preferida por la mayoría de los españoles, continuará siendo una práctica más cerca del mundo de la política ficción que de la real.

lunes, 19 de julio de 2010

Los directores de tesis (en citas)


Aquí van algunas de las frases que te tiene que haber dicho alguna vez tu tutor de tesis si eres un doctorando como dios manda. Si tenéis alguna más en mente, por favor, no os cortéis.

- ¿Y tú quién eres? (Me cagüen su leche)
- Lo siento pero no me he leído el documento que me enviaste (Que te envié hace tres meses, dicho de paso). ¿Por cierto, tienes los datos que te pedí? (Si, Buana)
- Sobre el tema de tu tesis ya se ha dicho todo. (¿Y eso no me lo podías haber dicho antes?)
- Con esta idea estás redescubriendo el Mediterráneo. (Y anda que no se publican papers cartografiando el Atlántico desde diferentes costas…)
- Simplifica. (Ok)
- Matiza. (Simplifico y matizo, ok)
- Amplía. (¿Pero en qué quedamos?)
- Reduce. (Vale, me rindo.)
- Tu variable no tiene una variación sexy para explicar. (Vale, con ponerle un tanga listo)
- Esta frase no me gusta (Pese a que te gustó en las últimas tres versiones que te envié. Pobre frase, ha envejecido muy mal)
- El título es feo. (Es que el tema da un margen para la creatividad… Que tal un: “Las maravillosas aventuras del sistema proporcional en el país de los nibelungos mayoritarios”)
- La contribución del paper no está clara (Nada, o le pongo luces de neón o nada. Menos mal que está en el primer párrafo)
- Las ideas están desordenadas 1. (Vamos a ver, si así…)
- Las ideas están desordenadas 2. (¿Y ahora?)
- Me gusta el orden, pero la contribución no está clara. (Voy a ir colgando la soga del techo…)
- Tu argumento no parece hasta la página tres. (¿Habla del mío o del suyo?)
- Aquí deberías aplicar la metodología de Gotebörg-Beckhembauer con doble tirabuzones. (¿Y eso cómo se hace?) No me preguntes, búscalo en un manual. No te puedo hacer la tesis…
- Estas pisando un charco. (Aunque para hacer una tesis hay que traer chubasquero, os lo advierto)
- Tu bibliografía está desactualizada. (¿Alguna referencia en concreto?) Tu bibliografía está desactualizada. (Mensaje captado)
- Hay que ir acabando la tesis. (Un momento, ¡Pero si acabo de llegar!)

Un abrazo fuerte a los tutores de tesis, a los que aguantamos casi tanto como nos aguantan… ;)

jueves, 15 de julio de 2010

Nueva York (III): Ciudad de Cultura

Cuando la rutina vuelve, como es el caso, resulta más difícil rescatar de la memoria los recuerdos de nuestro viaje a Nueva York. Como si esa pesada losa de argamasa y tedio fosilizara las neuronas y convirtiera el paso de apenas una semana en un siglo, y los vívidos momentos del pasado en una nebulosa. Así que una de dos; o tengo una memoria desastrosa o vivo tan obsesionado por el futuro que no reparo mucho en el pasado. Ninguna sería buena así que, tras mirar por encima las fotos, dejadme que os hable de nuevo de la Gran Manzana. Aunque los norte-americanos tienen fama de ser brutos e incultos, no será por falta de medios. En Nueva York hemos podido ver, al menos por encima, algunos de los museos más impresionantes que he conocido. Hasta tal punto que un par de días terminamos dedicando muchas más horas a la visita de estos lugares, para verlos con el detalle necesario. Los museos que visitamos fueron el Metropolitan, el Moma y el de Historia Natural.

Como ya mencioné por encima el de arte moderno en mi anterior entrada, permitidme que me explaye un poco más sobre los otros dos. El Metropolitan es un museo inmenso, en el que nos perdimos durante un día entero. Allí se agolpan enormes colecciones de arte, escultura y pintura de todos los siglos y procedencias. Mi recorrido partió de Egipto, en dónde había cámaras funerarias y murales trasladadas pieza a pieza del país del Nilo. ¡Incluso un templo completo! Desde allí, al arte griego y romano, una colección de menor entidad si has visitado el Museo Vaticano, aunque con unos mosaicos realmente preciosos. Del Medievo quizá destacaría la impresionante armería antes de pasar a la escultura neoclásica. Había arte de Indochina, con enormes budas y textos del Ramayana. Porcelana china y el patio de una casa tradicional o un ecléctico salón amueblado con estilo japonés. ¿Y qué decir de la sección de pintura? Verdaderamente impresionante, con todos los artistas y estilos. No entiendo mucho de arte, pero los que más me impresionaron fueron los violentos cuadros de Caravaggio y algunos Picasso de joven que no parecían suyos.

El museo de Historia Natural era otra cosa. La idea era hacer un recorrido desde los orígenes de la vida hasta nuestros días, explorando la fauna, la flora, el espacio y a nosotros mismos como especie. Se trató de un museo de verdad muy didáctico. En el planetario nos explicaron el origen de las estrellas, con la narración de Whoopi Goldberg. Allí había exposiciones muy interesantes. En una explicaban la evolución del hombre, en otra el adn y el espacio. Se descomponía después en las diferentes faunas propias de diferentes continentes y medios terrestres y marinos. En esas exposiciones se reproducía una imagen con las bestias a tamaño real, tan logradas, que parecía que estabas frente a una de ellas. Allí vimos al coyote, al puma, al león y la ballena, a los millones de antílopes y sub especies de cabras, a los elefantes y rinocerontes… Pero destacar en particular la sección de los dinosaurios y animales extintos. Allí es donde, al comprobar el tamaño de sus esqueletos, te das cuenta de verdad que bien hicieron en desaparecer de la Tierra.

Es cierto que uno nunca puede abarcar un museo todo lo que le gustaría, pero los tres que visitamos fueron de lejos experiencias únicas. Y aunque debo reconocer que me cuesta mantener la atención más de dos horas seguidas, allí si era posible porque en cada sala te esperaba una sorpresa mayor que en la anterior.

domingo, 11 de julio de 2010

Nueva York (II): Espíritu Americano

Una de las cosas que más sorprende de Nueva York es lo extremadamente amable que es la gente. Si te ven con un plano o con cara de perdido rápidamente se ofrecen para ayudarte o indicarte como llegar a un lugar. Además, son gente muy extrovertida. Eso lo pudimos comprobaren nuestras carnes cuando haciendo una pausa para beber en una fuente de Central Park (¡menudo calor!) se nos acercó un desconocido, de nombre Brandon, y nos preguntó si hablábamos alemán. A partir de ello nos pusimos a conversar y terminamos intercambiando nuestras señas. Esperaba que no se tratara más que de falsa cortesía, pero mira por dónde, esa misma noche recibimos un correo del sujeto invitándonos a tomar algo juntos.

Aplazamos nuestro encuentro hasta después del Día de la Independencia, el 4 julio, día en que como todo el mundo sabe los americanos liberaron a la Tierra de la amenaza extraterrestre. Esperábamos un gran despliegue de actividades, pero ese día los americanos sólo hacen dos cosas. Por un lado, descuentos extra en todas las tiendas, porque no hay nada más yankee que comprar mucho. Y por el otro, fuegos artificiales en torno al Hudson. Por desgracia habíamos tomado un ferry a Statten Island (donde en esencia, no hay nada) para ver de cerca la Estatua de la Libertad y cómo suspendieron el servicio nos quedamos allí. La vista de los fuegos no fue demasiado buena, pero pudimos constatar que desde allí había hasta 7 puntos diferentes con fuegos artificiales. Excesos. Cómo excesos habían sido los de esa mañana en Coney Island cuando asistimos al concurso nacional de comedores de perritos calientes.

¿Recordáis al alcalde Bloomberg premiando al ganador del año pasado? Pues bueno, nosotros decidimos ir a ver si el campeón revalidaba el título. Coney Island es una zona deprimida donde hay un parque de atracciones antiquísimo y una playa masificada hasta los topes. Allí se había montado una tarima para los auténticos tragones nacionales, que se disponían a ingerir hot dogs bajo un sol de justicia y la admiración del pueblo congregado. Es alucinante la falta de tradiciones populares en estas gentes, que sacralizan hasta lo más banal. ¡Menuda polémica porque ese año no concursaba un histórico competidor japonés, de gran apoyo popular! Bueno, la experiencia fue cuando menos curiosa, vivamente recomendada por Brandon, que vimos al día siguiente.

Nos citamos en un pequeño bar de diseño en la 9 avenida. Allí nos esperaba tomando unas cervezas e invitándonos a otras de manera totalmente desinteresada. ¿Quién es Brandon? Este señor es el realizador de un Talk Show (una tertulia, vamos) de política en la MSNBC y está un poco cansado de su trabajo. Precisamente al día siguiente cogía un avión para L.A. a buscar un nuevo empleo en el mundo del cine. Le encantan las películas, en especial las históricas, porque según él gracias al cine se puede determinar qué es lo que piensa la gente de la Historia. Y si a la gente le gusta la historia, dijo, es porque a la gente le gusta buscar responsabilidades pero no asumirlas. Estuvimos allí departiendo un rato sobre temas diversos. Criticó duramente a Obama en algunas cosas. Dijo que no hablaba tan bien cómo se decía (se atranca y lee de una pantalla), que había gestionado fatal el problema de BP (rechazó ayuda de otros países e informes de técnicos diversos), dijo que si había llegado al poder era más por el rechazo a Bush que por sus méritos (el era joven y guapo, frente a un McCain viejo con una ticket Palin completamente inepta) y planteó que el debate de la reforma sanitaria seguí abierto, porque la gente realmente no lo quería (¿Debería el 80% de los que tienen seguro tener peor asistencia y aguantar colas para dársela al 20% restante? A los americanos no les gusta esperar…) Y de paso aprovechó para recordar que el Imperio Americano es el mejor de los posibles (frente a China o los árabes) y, nota para el TC, que cualquiera sabe que en España hay tres regiones: España, Cataluña y País Vasco.

Tras la animada charla, nos invitó a su ex piso (que estaba allí mismo) y nos dejó disfrutar de las vistas desde la azotea. Nos despedimos, no sin que antes nos convenciera para ir a un partido de baseball. Y fuimos, a uno de los Mets. Vaya por delante que es el deporte más aburrido del planeta, donde no pasa nada de nada y que, en realidad, a la gente le da exactamente igual. Con una macro pantalla y miles de anuncios, muy cerca del aeropuerto (con aviones pasando a baja altura), allí la gente está a la charla y a comer y beber. Ni siquiera están mucho rato sentados. Hay un montón de sorteos de diferentes supermercados (porque el partido se para continuamente) y la cámara te enfoca para que te beses con tu pareja o bailes el boogy-boogy. ¡Y hasta había los míticos lanza-camisetas que llegaban a gran altura en el estadio! Un despliegue de color y música más que de emoción…

Así, me parece que en este viaje tuvimos la ocasión de hacer más cosas que los meros turistas, y de callejear cómo explicaré más adelante. En cierta medida, y de una manera algo fortuita, pudimos capturar un poco del genuino espíritu americano.

sábado, 10 de julio de 2010

Nueva York (I): El primer día

Cuando alguien obra humildemente de cronista suele enfrentarse al reto de ordenar los datos y las ideas de su cabeza de dos formas distintas. O bien puede hacer una narración cronológica de todos los eventos acaecidos o decidirse por enlazarlos temáticamente, en función de las ideas que quiere destacar. ¿Cómo afrontar el reto de hablar de nuestro viaje a Nueva York, la auténtica caput mundi, la más increíble y vibrante de las ciudades? Dejadme que empiece narrando nuestro primer día para que en futuras entradas hable de las cosas concretas, de las notas de lo que más me han sorprendido de la Gran Manzana.

Nuestro autobús salía la noche del jueves a las 11: 30 de la noche. En una hora aproximadamente, el paso de frontera y enfrentarse al desgraciado del guardia de inmigración. Debo reconocer que esta vez no me puse nada nervioso, pese a que el sujeto fue de verdad descortés. Una parada obligatoria en Albany y duerme-vela en el autobús hasta Nueva York. Nuestro autobús nos dejó en Times Square y allí cogimos el metro hasta nuestro hostal, “Chocolate” de nombre. El metro allí es un verdadero caos. Hay muchísimas líneas, bastante mal indicadas y con dos tipos diferentes de trenes: los exprés que paran en las paradas principales y los locales, que paran en todas. Pese a todo, llegamos a nuestro destino, en la parada de la línea roja 1, en la 103 st., junto a Central Park. Aunque el enclave era estratégicamente perfecto, el hostal recibía el nombre de “Chocolate” más por su parecido con determinados productos fecales que por su dulce sabor. Pero bueno, lo importante era tener un camastro, y eso lo tuvimos.
Ese mismo día ya apretaba la canícula que nos acompañaría todo el viaje: una media de 36 grados y un sol de justicia. Sin tomar posesión de ninguna habitación, nos pusimos en marcha al distrito financiero. Un café y un muffin en el puesto ambulante. Dos dólares. Vimos el ayuntamiento y los tribunales por fuera y cuál fue nuestra sorpresa al descubrir en un parque que el mismo alcalde de la ciudad, Bloomberg, había venido a recibirnos. Bueno, realmente estaba en una entrega de premios al mayor comedor de perritos calientes del mundo, pero al menos pudimos verlo realmente cerca. Seguimos con el periplo y vemos el Federal Hall, con algunas reliquias de la proclamación de la Independencia, y Wall Street, el verdadero poder del mundo moderno. Todo, cobijados bajo la sombra de impresionantes rascacielos que quitan el habla. Nos descubrimos el sombrero en la zona cero de las Torres Gemelas y vimos su memorial. Nos acercamos al rio Hudson, y allí mismo, mientras la banda juvenil de Edimburgo tocaba temas de películas, nos maravillamos a la vista de la calle Brodway y de la Estatua de la Libertad. Justo donde muere Brodway está el primer parque público de la ciudad, que antes era el poblado de los nativos indios y que fue comprado por los europeos por baratijas por valor de 14 dólares. Buen negocio.

Tras saludar desde la puerta a Standard & Poors (¡No nos bajéis el rating, so cab…!) nos fuimos al Puente de Brooklyn. Allí nos esperaba Cèlia, que nos mostró la impresionante vista de la ciudad desde allí y nos dio buenos consejos de las cosas a visitar. Tras esto, nos fuimos en metro a Union Square, donde suele haber ambiente joven. Allí mismo había un mercadillo biológico, pero para comer nos desplazamos hasta Washington Square, y comimos un kebab en la hierba, rodeados de estudiantes de la NYU mientras un tipo instalaba un piano en el centro de la plaza. Tras esto, nos fuimos a tomar un café al barrio de Soho (cool donde los haya) y, tras una animada charla, nos pusimos en marcha al Moma, porque justamente los viernes es gratuito. Se llena de turistas, es cierto, pero había que aprovechar. Allí estuvimos sobre tres horas, aunque no nos dio tiempo de verlo todo, sí al menos algunas de las piezas esenciales de la exposición permanente. Había algunas obras realmente geniales; desde la Señoritas de Avignon o el mítico Dalí de La persistencia de la memoria. Cerrado el museo, nosotros nos pusimos en marcha hacia el hostel para hacernos con la habitación y ya nos encontraríamos con Célia para cenar y tomar algo.
Tras perdernos un rato por el metro, como estaba previsto, llegamos al sitio convenido en la 9 avenida. El antro en cuestión se trataba de un lugar donde la cerveza era barata pero tú tenías derecho a perritos calientes gratis. Por supuesto, allí pudimos beber y “cenar”, rodeados del barullo y con cientos de conversaciones cruzadas. Tras pasar unas horas que se fueron como minutos, nos decidimos a volver al hotel. Ya era la 1 y necesitábamos una cama. Así nos encaminamos hacia Times Square para tomar el metro y nos maravillamos de nuevo antes de irnos a dormir. Pantallas inmensas, anuncios cambiantes, las noticias en tiempo real, la música y la luz de los musicales, riadas interminables de gentes… La ciudad que nunca duerme. Pero nosotros sí que teníamos urgencia de hacerlo, así que nos volvimos al hostel con la promesa de exprimir hasta el último instante de este viaje.